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Nuestros padres nos dieron la vida natural del cuerpo, pero Dios nos da el alma y nos destina, además, a una vida sobrenatural; nacemos privados de ella por el pecado original, heredado de Adán.
El bautismo borra el pecado original, nos da la fe y la vida divina, y nos hace hijos de Dios. La Santísima Trinidad toma posesión del alma y comienza a santificarnos.
Fuente: Aciprensa
La confirmación es el sacramento, conferido por el Obispo o por su delegado, que nos hace perfectos cristianos, es decir, cristianos adultos en la fe y capaces de rendir público testimonio de Jesucristo, Nuestro Dios y Señor, muerto y resucitado por nuestra salvación. Es la fuerza del espíritu Santo, recibida en este sacramento, la que nos permite dar testimonio y difundir nuestra fe superando toda vergüenza o temor. Fuente: Aciprensa
El sacramento de la Penitencia, o Reconciliación, o Confesión, es el sacramento instituido por Nuestro Señor Jesucristo para borrar los pecados cometidos después del Bautismo. Es, por consiguiente, el sacramento de nuestra curación espiritual, llamado también sacramento de la conversión, porque realiza sacramentalmente nuestro retorno a los brazos del padre después de que nos hemos alejado con el pecado.
Fuente: Aciprensa
En el sacramento del Matrimonio, un hombre y una mujer se convierten en marido y mujer, y prometen ser fieles el uno al otro por el resto de sus vidas. El Matrimonio une a la pareja casada como compañeros en el amor y los fortalece para cumplir sus promesas a Cristo y entre sí. Durante el sacramento, el amor de la pareja es bendecido y fortalecido por la gracia del sacramento. Los novios son los celebrantes del sacramento del Matrimonio y el sacerdote o diácono actúa como testigo y bendice la unión realizada por Dios. Las parejas casadas sirven a la Iglesia Católica y comparten el Evangelio en sus familias, hogares y comunidades. Fuente: Aciprensa
La primera comunión es cuando toma por primera vez en su vida espiritual, el cuerpo y la sangre de Cristo. El cuerpo de Cristo es el pan (hostia) y la sangre de Cristo es el vino. El origen de la eucaristía viene de la Última Cena que Jesús celebró con sus discípulos. En la Santa Cena, Jesús pronunció una oración de acción de gracias, partió el pan, y lo dio a comer a sus discípulos, diciendo que lo comieran, porque era su cuerpo y repartió el vino, e hizo exactamente lo mismo, repartiéndolo entre sus discípulos para que lo bebieran, diciendo que era su propia sangre. Fuente: Aciprensa
El Sacramento de la Unción de Enfermos confiere al cristiano una gracia especial para enfrentar las dificultades propias de una enfermedad grave o vejez. Se le conoce también como el "sagra viático", porque es el recurso, el "refrigerio" que lleva el cristiano para poder sobrellevar con fortaleza y en estado de gracia un momento de tránsito, especialmente el tránsito a la Casa del Padre a través de la muerte. Fuente: Aciprensa
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